CHICO LUNAR

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13 de junio 2007

Actualmente existe una tendencia hacia la investigación y publicación de una serie de imágenes que no forman parte de la historia del arte conocida, que mantuvieron por mucho tiempo la categoría oculta y hermética. Estas imágenes se difundieron mediante grabados e ilustraciones en la Europa del siglo XVII, cuando se editaron obras de alquimia con un valor que trasciende lo ilustrativo o puramente técnico, y que constituye un lenguaje independiente destinado a transmitir los secretos de este arte. Mi punto de partida fueron los grabados en sí mismos, que condensan imágenes profundamente ancladas en la memoria del hombre, arquetipos, mitos clásicos, fábulas antiguas, figuras alegóricas y correspondencias abiertas y casi indescifrables, investigando un poco más esta práctica, cuyo orígen se remonta al antiguo Egipto, pude encontrar que la conocida transmutación de los elementos, era sólo una parte del objetivo de la “gran obra”. Esta parecía consistir en una realización tanto material como espiritual, una forma de conocimiento que aspira a la transformación del individuo a través del dominio de la materia y sus elementos. La alquimia sería la ciencia que consiste en purificar la naturaleza íntima del hombre para llegar a cierta elevación espiritual. Jung afirma que este saber, mediante el cual la materia se transforma, es también el depósito de sus propios procesos inconscientes, de modo que los alquimistas habrían desarrollado una especia de auto psicoanálisis; sublimado y calcinando su propio subconsciente. La idea de un saber “continuo”, de un conocimiento sin barreras entre lo científico, lo espiritual y lo místico se pudo dar en una época en la que aun no estaban tan delimitadas ni compartimentadas las especialidades ni la información, un mundo en el que se podía conjugar de manera más natural ciencia y fe, ya que aún no se tenía la visión mecanicista de las cosas. Tal vez ésta es la principal razón por la que me cautivaron estas imágenes, símbolos tan arraigados a nuestro inconsciente que hacen en el espectador crecer el campo de conexiones a un espacio más amplio, de referencias específicas a la vez abiertas. Es posible que estemos ahora en una etapa de grandes cambios, la ciencia nos cuestiona y nos hace replantear la manera de entender la realidad, los cambios climáticos nos alertan, grupos religiosos y místicos crecen y existe una tendencia a rescatar y poner especial atención a la sabiduría antigua y en especial a la oriental. La física cuántica plantea desde hace varias décadas la “decosificación” de la materia, la complementariedad entre situaciones opuestas, y un estado de interconexión que va más allá del entendimiento cotidiano. Este nuevo paradigma que nos lleva a una realidad holística, se puede evidenciar en el hecho de que el observador interviene de alguna manera en lo observado; que la realidad externa y el mundo interno se afectan mutuamente, idea ya presente en la alquimia, donde materia y sujeto estaban íntimamente conectados. Las pinturas que presento en esta muestra son una primera aproximación a este mundo de imágenes, u primer trabajo basado en referencias simbólicas que intento rescatar y de alguna manera volver a mirar, es el inicio de un cambio que se estaba gestando desde hace un tiempo y que deseo compartir con todos ustedes. Fito Espinosa.