ABUSIVA VERDAD

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3 de abril 2002

Ambas artistas con egresadas de la Facultad de Arte de la Universidad Católica. Teresa Borasino propone una narrativa en torno a una psique femenina en la que los elementos visuales se relacionan con la mujer como novia, simbólicamente atraviada para la ceremonia religiosa del matrimonio. Reflejos y opacidades, texturas y transparencias articular desde el blanco -que es por definición la ausencia de color- una cadena de motivos que cobra una insistencia reveladora de quiebres y rupturas bajo la suavidad envolvente de la pureza virginal. Lo que se materializa en su propuesta en una obsesión que se vuelve evidente a medida que ahondamos en una dinámica de reiteraciones y repeticiones, como una sucesión de reflejos en espejos opacados, una auténtica serie que nos permite especular a nuestra propia cuenta y riesgo. Pareciera por momentos que la insanía rondara como moraleje entre las prendas. En otros de sus objetos las imágenes de mujeres no tienen soporte sino que están apresadas en materia gruesa cuya diafanidad esta resquebrajada. Wilma Ehni, por su parte, elige la talla en madera como el vehículo de acceso a los pliegues de la memoria en los espacios cotidianos. Hay aquí un dispositivo que le permite relexionar sobre el mundo de pertenenecias de alguien de sexo femenino, que bien podría ser su doble: el tacto va comunicando a la visión la otra dirección del trabajo y que es la de sostener el peso de lo real con el mínimo de inlexiones posible, la artista elimina y sustrae para poder sugerir espacios que a la percepción estén completos para la lectura. Los objetos son principalmente de uso personal y con tratado con gran prolijidad e intención recreadora del detalle, de mandera que a la observación de un visitante se ven concertidos en duplicaciones a escala humana de los detalles elocuentes de una escena despovista de cuerpos de figurantes. Todo queda muy escuetamente señalado y la escultura retoma algo de aquel espíritu de memorial áulico del mundo. En esta primera muestra para Borasino y Ehni, que tiene precisamente la peculiaridad de ser bipersonal, puede decirse que el trabajo de una sabe hacer eco del de la otra y del diálofo viene una fuerte confirmación de la afinidad de las propuestas. Es mas, en las lejanías de una perspectiva unificadora contundentemente expuesta para el arte mas reciente en el ámbito nacional, estas dos artistas, pertenecientes a la generación mas joven, tienen en común una fuerza que proviene de trabajar sobre ejes alusivos queles permiten introducir una sobria teatralización en la construcción fragmentaria de sus espacios de memoria. Jorge Villacora Chávez